La idea de dividir las emociones entre positivas y negativas ha recibido bastante critica por parte de los profesionales ya que desafían el concepto de que las emociones puedan ser clasificadas de manera tan simple: “buenas” o “malas” sin tener en cuenta el contexto (Aspinwall & Tedeschi, 2010; Kashdan & Diener, 2014). Sin embargo, puede ser útil considerar experiencias afectivas no solo con respecto al nivel emocional de placer o displacer, sino también teniendo en cuenta el nivel de activación de la experiencia (Russell, 1980).
Cuando nosotros nos imaginamos una mejor vida, nosotros usualmente imaginamos emociones positivas de alta activación como alegría, entusiasmo, compromiso y pasión. Podemos llamar esto como emociones de alta activación del cuadrante positivo “prosperar”. Estas emociones se sienten bien y contienen mayores niveles de energía, sin embargo es poco realista esperar que vivamos nuestras vidas experimentando solamente este tipo de emociones.
Las emociones negativas de alto nivel incluyen rabia, frustración, molestia y miedo. Aunque contener estas emociones puede generar un fuerte daño en nuestra salud (Witvliet et al., 2001), estas son muy importantes ya que implican una necesidad de cambio, una percepción de injusticia personal o social, una llamada de atención a actuar, y pueden activar nuestra respuesta de “fight or Flight”, por tal razón podemos llamarlo “zona de sobrevivencia”.
Nuestra “zona de agotamiento” es donde encontramos baja energía, emociones no placenteras como la tristeza, el aburrimiento, el cansancio o el sentirse abrumado. La cuarta zona, de emociones positivas de baja activación, contiene emociones de apreciación, gratitud, tranquilidad y amor. Esta experiencia de paz, nostalgia, amabilidad y serenidad es el “cuadrante recuperación” y representa la clave de nuestra resiliencia emocional.
Pasar de rabia directamente a entusiasmo y alegría puede ser muy difícil; cuando nuestras emociones son de alta energía, el cambio de odio a sentirse optimista puede ser una expectativa poco realista. Es acá donde el cuadrante de recuperación puede ser una solución. Donde nosotros percibimos injusticia y sentimos sentimientos de rabia, puede ser importante tomar una decisión para cambiar y seguir con un propósito. En lugar de mantener sentimientos de molestia o tristeza nos puede beneficiar respirar profundo, ser mindful y traer a la memoria momentos de amabilidad y amor. Esto no significa negar o reprimir estas emociones indeseables de largo plazo, sino llamar a otras emociones válidas y auténticas que pueden ayudar a llevarnos a un estado más agradable o saludable.
Cuando nos sentimos abrumados puede ser muy difícil cambiar para sentir alegría o entusiasmo. De nuevo, pasar a un estado positivo de baja energía puede generar una dirección más fácil y saludable; cultivar gratitud, recordar a las personas que amamos y nuestras buenas relaciones, o reconocer que tenemos elementos en nuestra vida por lo cual sentimos apreciación o apreciados inclusive cuando en otras áreas nos sentimos aburridos, cansado o tristes, nos permite gradualmente transitar a un espacio que puede contrarrestar una fatiga inminente.
Para alimentar nuestra
resiliencia emocional es importante que comprendamos lo que estamos sintiendo,
y ser capaces de manejar nuestras propias emociones de una manera realista.
Cuando nos sentimos desmotivados o abrumados, recordar emociones positivas de
baja activación puede ser la clave para minimizar la destrucción que genera el
odio o la rabia. Podemos construir nuestra resiliencia emocional aprendiendo a
desarrollar sentimientos de tranquilidad, gratitud o traer recuerdos felices y
emociones positivas. Esto puede ser tan simple como el escuchar la canción
favorita, cuidarnos a nosotros mismos, salir con un amigo a tomar café y hablar
y reflexionar sobre los aspectos positivos de nuestras vidas, algunas veces la
manera más saludable para prosperar es fomentando nuestra habilidad de recuperación.
Referencias
Aspinwall, L. G., & Tedeschi, R. G. (2010). The value of positive psychology for health psychology: progress and pitfalls in examining the relation of positive phenomena to health. Annals of Behavioral Medicine, 39(1), 4-15. doi: 10.1007/s12160-009-9153-0
Hart, K. E., & Sasso, T. (2011). Mapping the contours of contemporary positive psychology. Canadian Psychology/Psychologie canadienne, 52(2), 82-92. doi: 10.1037/a0023118
Huppert, F., & So, T. (2013). Flourishing across Europe: Application of a new conceptual framework for defining well-being. Social Indicators Research, 110, 837-861.
Kashdan, T., & Biswas-Diener, R., (2014), The upside of your dark side: why being your whole self – not just your “good” self – drives success and fulfilment.New York, Hudson Street Press
Luthar, S. S., Cicchetti, D., & Becker, B. (2000). The Construct of Resilience: A Critical Evaluation and Guidelines for Future Work. Child Development, 71(3), 543–562.
Russell, J. A., (1980) A Circumplex Model of Affect., Journal of Personality and Social Psychology, Vol 29, No. 6, 1161-1178
Witvliet, C.V.O., Ludwig, T.E., & Vander Laan, K.L. (2001). Granting forgiveness or harboring grudges: Implications for emotion, physiology, and health. Psychological Science,121, 117-123.